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Lucha de sentimientos

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Título: Lucha de sentimientos
Autor: MikaniaC
Juego: Dragon Age Origins
Personajes / emparejamiento: Alistair, Mikania Cousland, ser Gilmore
Descargo de responsabilidad: Todos los personajes pertenecen a BioWare. Mikania ha sido creada por mí.

    Una vez salió del Modelato (tras una intensa tarde estudio), con Killer trotando junto a ella, Mikania decidió salir a tomar el aire fresco. Suponía que debía ser de noche, pues las calles estaban más vacías y los puestos cerrados en el barrio Plebeyo. Paró en Tragos para coger una capa y dejar el mapa. Killer aceleró la marcha y ladró urgiéndola para que se diera prisa, sabiendo exactamente a dónde iban. Mikania sonrió y su gesto se ensanchó aún más cuando estuvo fuera. Notó el agradable frío a través de la ropa, mientras su mabari corría ya de aquí para allá, aliviándose en los árboles y olisqueándolo todo.
   Mientras paseaba, alejándose un poco de las grandes puertas de Orzammar bajo la luz de la luna, Killer salió corriendo como una flecha hacia los árboles, con la lengua fuera. Mikania lo dejó hacer, consciente de que llevaba mucho tiempo encerrado. Sin embargo, al escuchar un grito sorprendido y unos ladridos, corrió para ver qué pasaba. No pudo evitar soltar una carcajada cuando vio que Killer había atrapado algo… que se parecía sospechosamente a Alistair.
   - Ah, estás ahí- dijo el templario, sin atreverse a mover un músculo, con el pesado mabari sobre el pecho-, por favor, dile que me deje…
   - Oh, vamos, no te hará nada- sonrió ella, cruzándose de brazos y apoyándose en un tronco, disfrutando de su apuro- Te adora.
   Notando cómo le caían las babas en la cara mientras Killer movía la cola de contento mirándolo ciertamente con adoración, Alistair hizo una mueca.
   - ¿No podría demostrarlo de una forma menos… líquida?
   Mikania rompió a reír de nuevo e hizo un gesto a Killer que, obediente, se bajó de su pecho. Alistair se incorporó y se sacudió las ropas y la capa.
   - ¿Qué hacías aquí?- preguntó Mikania- ¿Pasear?
   - Eh… no exactamente- dijo Alistair, recogiendo una rama limpia del tamaño de un brazo de la nieve- Estaba entrenando un poco.
   - ¿Con un palo?
   - Sí- contestó él, no entendiendo por qué le parecía tan raro-, no pesa igual que una espada, es cierto, pero es menos probable que me salte un ojo a mí mismo o cualquier otra horrible lesión que imagines con una afilada hoja.
   Mikania se tapó la boca para contener una sonrisa, que sin embargo no le pasó desapercibida.
   - Oh, te hace gracia, ¿no? ¿Pues por qué no demuestras lo hábil que eres con una rama? Verás como no es tan estúpido como parece.
   - ¿Me estás retando?- inquirió Mikania con una sonrisa ladeada y alzando la barbilla- Piénsalo bien, puede que te arrepientas cuando muerdas la nieve.
   - Oooojojojo- se hizo el asustado, colocándose en posición de combate-, vamos, menos palabras y más acción.
   - Muy bien, tú lo has querido.
   Mikania buscó un par de ramas con ayuda de Killer y pronto estuvo de vuelta mientras le quitaba algunas hojas.
   - ¿Dos?- preguntó extrañado Alistair.
   - Yo lucho con dos armas, por si aún no te habías fijado.
   - Ah, entonces deja que vaya a por mi escudo, mi señora- teatralizó- Así estaremos empatados. ¿O es que no estás segura de tus posibilidades y quieres tomar ventaja?
   - Muy bien, muy bien- cedió Mikania, dedicándole una mirada de reojo- Vamos a ver quién se traga sus graciosillas palabras.
   Alistair se lanzó al ataque en cuanto la rama descartada tocó la nieve, obligando a Mikania a retroceder y ponerse a la defensiva. Killer se quedó a un lado, pero ladró como un árbitro (indudablemente comprado desde el principio) criticando una acción. Durante unos largos segundos, Mikania no pudo hacer otra cosa que defenderse de las continuas estocadas de Alistair, tratando de acostumbrarse a la falta de la otra hoja. Cuando estaba a punto de chocar contra un árbol, giró y se escabulló por el lado izquierdo y le propinó un golpe detrás de la rodilla, arrancándole un gruñido de sorpresa y dolor. No pudo evitar reír mientras ponía distancia de por medio. Parecía que no era la única que echaba de menos el equipamiento completo. De haber tenido el escudo, Alistair la habría bloqueado con facilidad.
   Liberando al aire de la noche nubes de vaho con sus respiraciones, ambos se midieron con la mirada, girando lentamente. Killer lo observaba todo atentamente, pero visiblemente ansioso, como si quisiera participar pero no se atreviera. Esta vez fue Mikania la que dio el primer paso, lanzándose contra Alistair tratando de ganarle el costado desprotegido; pero el templario la vio venir y la recibió con su rama evitando su estocada con una sonrisa de triunfo, antes de empezar a empujarla nuevamente hacia atrás. Durante varios minutos, intercambiaron golpes y lances, algunos de los cuales lograron encontrar el hueco necesario para llegar a la piel. Pero ignoraban el dolor a favor de las risas y el calor que pronto caldeó sus cuerpos, agradeciendo el ejercicio después de la inactividad, alejándolos del frío ambiente.
   A Mikania se le escapó un gritito involuntario cuando la rama le dio en el costado, pero se apresuró a devolver el golpe y entonces fue Alistiar quien gritó al sentir la madera en la mano. Mikania aprovechó y agarró su "arma", tirando de ella para arrebatársela.
   - ¡Eh, eso es trampa!- dijo Alistair, resistiéndose y tratando de agarrarla también.
   Mikania rió como cuando peleaba con su hermano o Roland en Pináculo, cuando el entrenamiento dejaba paso a los juegos y las risas. Contagiado por el repentino carácter menos serio del entrenamiento, Killer ladró y corrió hacia ellos, levantándose sobre las patas traseras y cayendo de lleno contra Alistair, justo cuando este lograba agarrar firmemente a Mikania. Los tres se convirtieron en un lío de patas, piernas y brazos y cayeron rodando a la nieve con un grito sorprendido. Killer ladró y se revolcó en la nieve, mientras su dueña seguía luchando por conseguir el arma enemiga a pesar de todo. Alistair gritó de nuevo al sentir la pulida técnica que Mikania había aprendido en su juventud para librarse de los dedos que trataban de agarrarla, pero no se dejó vencer y usó su mayor fuerza y peso para girar y rodar por la nieve hasta lograr mantenerla quieta.
   - ¡Ajá!, ya te ten…go.
   Con los ojos muy abiertos y la respiración entrecortada, Alistair acababa de darse cuenta de la situación en que habían terminado. Tras la lucha, Mikania estaba ahora debajo de su cuerpo, recuperando igualmente el aliento, con las mejillas sonrosadas y los ojos verdeazulados brillantes a pesar de la tenue luz. Sus piernas estaban enredadas y sus cuerpos liberando una nubecilla de vapor por el calor acumulado. Durante unos largos segundos, se miraron a los ojos, totalmente inmóviles; ni siquiera Killer los interrumpió. Sin embargo, la mente de Alistair se había quedado en blanco… Totalmente.
   Como si fuera consciente de repente de lo que ocurría y ello le provocara una terrible vergüenza, carraspeó y se levantó rápida y torpemente, ofreciéndole la mano para ayudarla. En los ojos de Mikania había un destello de decepción cuando se puso en pie y se sacudió la nieve de la cola y la ropa.
   - ¿Es-estás bien?- preguntó Alistair, también con un intenso rubor en la cara- Lo siento si te he… aplastado…
   - Tranquilo- sonrió finalmente Mikania, viendo su turbación.
   Pasaron unos segundos de incómodo silencio.
   - Te lo has tomado realmente en serio- comentó Alistair al cabo, al parecer más relajado- Aunque no estoy seguro de que esas técnicas tuyas sean válidas…
   Mientras Alistair se daba media vuelta en busca de su rama, Mikania se mordió el labio inferior y sonrió pícaramente cuando una idea cruzó su mente; no se lo pensó antes de ponerla en práctica. Cuando Alistair recogió su "arma" y se giraba en su dirección con unas palabras en la boca, estas se quedaron atrancadas por una repentina bola de nieve que le impactó en la cara. Mikania rompió a reír mientras fabricaba rápidamente otro proyectil.
   Gruñendo y sacudiéndose la nieve, Alistair se lanzó hacia ella, esquivando por poco la segunda bola. Riendo como una niña, mientras Killer se les unía de nuevo, Mikania corrió entre los árboles para tratar de esquivarlo, recogiendo nieve en plena carrera y recibiendo ella misma algunos impactos que solo lograron aumentar el juego.
   - Eres… ¡una tramposa!- le gritaba Alistair, tratando de darle caza.
   Así comenzaron una improvisada guerra de bolas de nieve, dejando apartada la práctica de esgrima con palos. Una bola especialmente grande y certera, alcanzó a Mikania en el costado y tuvo que frenarse para no chocar contra un tronco. Pegándose a él, empezó a jugar al escondite con Alistair. Notando el corazón saltando alborozado en su pecho, el agradable calor recorriendo su cuerpo de pies a cabeza y un hormigueo en el estómago por el juego, Mikania se pegó de espaldas al tronco al no escuchar los pasos de Alistair en la nieve y se inclinó para echar un cauteloso vistazo por uno de los lados…
   Un agudo grito de asombro escapó de sus labios cuando sintió unas manos apresándola y apretándola contra el árbol; se revolvió tratando de escapar. Sin embargo, Alistair logró evitar la mayoría de sus pellizcos y finalmente ella se quedó quieta. Nuevamente, apretados contra el tronco, estaban en una situación… comprometida. El templario volvió a perderse en aquellos hermosos ojos fijos en él, en sus labios entreabiertos formando cálidas volutas de vaho, en las formas del cuerpo femenino pegado al suyo, sintiéndolas más que viéndolas… Mikania pasó una mano por su cintura evitando que aquella vez huyera, mientras la otra ascendía hasta su nuca; después lo atrajo aún más.
   Como el choque de dos masas calientes de aire en el cielo, se encontraron sus bocas en aquel paraje helado de montaña y pronto dejaron olvidados los juegos para pasar a algo más serio. Killer, que había seguido corriendo, los miró con las orejas erguidas y ladeó la cabeza como no entendiendo aquel nuevo y aburrido juego. Mikania perdió los dedos en el corto cabello de la nuca de Alistair mientras sentía crecer un ansia implacable en su interior mientras lo besaba. Dejó escapar un gemido de placer que quedó amortiguado contra su boca. Pasada su "timidez" inicial, el templario la correspondía con igual pasión, estrechándola entre sus brazos como si quisiera acercarla aún más a su cuerpo, inundándose de sensaciones cada vez más intensas con cada nuevo beso compartido.
   Cuando finalmente se miraron, tomando aire, los iris de Mikania se le antojaron dos magnéticas estrellas bajadas del mismo firmamento. Ella le sonrió y le acarició el rostro con dulzura, antes de buscar de nuevo sus labios en un suave beso pausado.
   - Estoy hambrienta- sonrió Mikania sin poder evitarlo-, así que será mejor que vuelva dentro.
   Alistair rió también, pero asintió. Sin embargo, ella no se marchó hasta no darle un nuevo beso de despedida, como si le costara separarse. Con una nueva mirada cargada de intenciones y otra sonrisa, Mikania se dio media vuelta y, junto con Killer, se marchó. Como embelesado por un hechizo, Alistair se quedó allí plantado, mirándola, hasta que desapareció de la vista. Después, recogió su rama y comenzó a dar enérgicas estocadas al aire que silbaron y resonaron en el silencioso bosquecillo… junto con su grito de júbilo.
   En su trote de vuelta, Killer olisqueó el aire y ladró justo cuando una figura aparecía entre los árboles en el camino de Mikania, no muy lejos del rincón de entrenamiento de Alistair.
   - Rory, ¿qué haces aquí fuera con este frío? ¿Y tú herida…?
   - No te preocupes- sonrió el caballero, que se había abrigado bien para salir con una capa que lo cubría por completo- He salido para estirar las piernas y para avisarte de que han llegado algunos de los suministros que te prometió el señor Harrowmont.
   - Oh, estupendo, iré de inmediato para revisarlos. Pero ahora me voy a comer algo- rió con las mejillas aún encendidas y los ojos brillantes-, me muero de hambre. ¿Podrías avisar a Alistair, por favor? Está un poco más adelante…
   - Sí, claro.
   Así, Mikania se marchó a buen paso hacia las puertas de Orzammar, mientras Roland la observaba con la mirada sombría y las cejas fruncidas… Llevaba allí más tiempo del que ella creía… y también había visto más de lo que le gustaría. Con paso vivo, se encaminó al bosquecillo y observó en silencio cómo Alistair entrenaba con su rama. Estrechando los ojos, caminó hacia él, hasta que el sonido en la nieve lo alertó de su presencia.
   - Oh, Roland, no te había oído llegar…- comenzó a decir Alistair, agitado por tanto ejercicio.
   Sus palabras murieron a la mitad cuando vio que Roland sacaba una espada de entre su ropa y se la lanzaba. El arma envainada cayó a sus pies, mientras el caballero desenvainaba una propia, mortalmente serio.
   - Cógela- le ordenó con voz y ojos duros, ya en guardia y desafiante-, es hora de que la práctica se vuelva más seria.
   Alistair lo miró como si se hubiera convertido en un hurlock ante sus ojos y sonrió incrédulo, como si aquello fuera una broma.
   - ¿Qué estás diciendo? Estás herido y…
   - Cógela- lo cortó Roland, apretando los dientes hasta que su mandíbula se marcó claramente- No quiero atacar a un hombre desarmado.
   Alistair lo miró frunciendo el ceño; estaba demasiado serio como para estar bromeando, pensó. Sus ojos se desviaron hacia la espada tirada a sus pies. ¿Qué demonios estaba pasando…? Y no tuvo tiempo de terminar el pensamiento; chasqueando la lengua de impaciencia, Roland se lanzó al ataque como un torbellino, obligándolo a apartarse y casi tirarse al suelo. El corazón del templario dio un bote en su pecho, notando el peligro hervir en su sangre. Aquello no era una simple práctica, pensó mientras se lanzaba hacia la espada y la cogía justo a tiempo antes del segundo envite de Roland; iba muy en serio.
   Lanzando la vaina a un lado, Alistair se puso en guardia y encajó todos los furiosos golpes que le lanzó el caballero, apretando los dientes, notando su fuerza pasar del metal a sus brazos.
   - ¡Roland, te has vuelto loco! ¿Qué bicho te ha picado?- le gritó, retrocediendo.
   - Calla y lucha- le espetó el caballero, lanzando una estocada lateral que Alistair esquivó con un salto atrás y acabó encajando la hoja en un árbol.
   - ¿A qué viene esto?- insistió Alistair, aprovechando la momentánea pausa mientras destrababa la espada- ¿Qué te he hecho para…?
   - ¡Calla!- lo cortó Roland, apretando los dientes y tirando más fuerte hasta sacar el arma; sin embargo no la usó de inmediato y la dejó apuntando hacia el suelo, taladrando al templario con sus iracundos ojos verdes- ¡Tú tienes la culpa! Si no hubieras aparecido en su vida… ¡Yo debería ser quien estuviera a su lado, no tú!
   Y se lanzó en una nueva y rabiosa acometida, arrancando chispas cuando las hojas chocaron y resonaron en la silenciosa montaña.
   - ¿De qué hablas, Roland?- preguntó Alistair, parando un golpe tras otro, sin un descanso.
   - No te hagas el tonto conmigo. Me has quitado lo que más quería, me has arrebatado la oportunidad que se me negó hace tanto tiempo. Yo… ¡te odio!
   Las espadas se trabaron y Alistair no pudo esquivar el puño que voló hacia su rostro. Retrocedió tambaleante un par de pasos, notando el metálico sabor de la sangre en su boca y la explosión de dolor en la mejilla. Sin un segundo de pausa, interpuso la espada en el último momento para detener una nueva estocada, que sin embargo le alcanzó en el brazo rasgando la ropa. Roland estaba tan rabioso como una fiera acosada y enloquecida y no atinaba a entender por qué…
   - Mikania- dijo finalmente Roland en un susurro, deteniéndose de repente con la espada inerte en su mano y con la mirada clavada en él- Tú no eres bueno para ella- sonrió como si aquello fuera ridículamente obvio- No sabes nada de ella y, sin embargo…
   - ¿Estás preocupado por ella? ¿Qué mal crees que le estoy haciendo?
   Alistair seguía sin entender qué pasaba realmente, el porqué de aquel ataque. Y parecía que Roland no iba a darle el gusto de aclarárselo.
   - No te hagas el inocente…
   Alistair abrió los ojos más y más, comprendiendo al fin. Y a su mente vino inmediatamente una conversación a la luz de una hoguera, cuando Roland le había advertido sobre aquello… y no precisamente como un amigo, como él había pensado entonces. Por unos instantes se quedó sin habla, pero su asombro y extrañeza inicial por el repentino ataque, dejó paso a una molestia lógica.
   - Así que se trata de eso… ¿qué puedes ofrecerle que no sea dolor y guerra? Eres un guarda gris y también un posible heredero al trono de Ferelden… ¿Después de la Ruina pretendes mandarla a más luchas, a que se ocupe de más grandes causas? Esto ya la está destrozando aunque no lo deje entrever…
   Alistair guardó silencio y lo miró fijamente.
   - Yo no le haría daño…
   Sin embargo, Roland pareció cansarse de hablar, porque soltó un furioso grito y se lanzó de nuevo contra él. Cuando sus espadas quedaron trabadas, ambos haciendo fuerzas contra el otro, mirándose con los dientes apretados, Roland gruñó:
   - No te creo. Yo la amo desde hace años y tú… ¿quién dice que no estás jugando con ella?
   Aquella repentina revelación pareció pillar por sorpresa a Alistair, que perdió la concentración el momento justo para que Roland contraatacara con toda su furia. La espada pasó a escasos centímetros de su rostro cuando retrocedió trastabillando hasta chocar contra un árbol. Se apresuró a apartarse para evitar la nueva estocada que se clavó en el tronco, donde había estado su cabeza. Alistair mantuvo las distancias, con la respiración entrecortada y la cabeza hecha un lío. Hasta entonces había pensado que la preocupación de Roland había sido simplemente por amistad hacia Mikania… ¿cómo había estado tan ciego? ¡Qué estúpido era!
   Tuvo que dejar las elucubraciones para otro momento, pues Roland volvía a la carga con un rabioso grito. Intercambiaron varios golpes más antes de que Alistair pudiera hablar de nuevo.
   - No lo sabía… pero yo no estoy jugando a nada. Ella es muy importante para mí…
   - No me interesa- replicó Roland, mirándolo con los ojos verdes chispeantes- No quiero escuchar tus excusas. Solo sé que no eres bueno para ella.
   - ¿Y tú eres mejor?- contraatacó por fin Alistair, frunciendo el ceño- No veo la diferencia.
   Roland sonrió socarronamente antes de lanzarse de nuevo al ataque, obligando a Alistair a defenderse sin apenas poder devolverle los golpes. El joven estaba tan lleno de rabia que luchaba aún con más ahínco. Al principio, consciente de que estaba convaleciente de su herida, Alistair no había querido emplearse a fondo, pero no le estaba dejando más opción. Viendo un repentino hueco en su andanada de ataques, le propinó un golpe en el brazo de la espada con la parte plana, obligándolo a detenerse con una mueca de dolor. El brazo dejó de obedecerle unos instantes, pero siguió con la hoja aferrada, mirándolo intensamente mientras ponía tierra entre los dos.
   - Roland, tienes que parar esto. ¡Es una locura! Acabaremos muy mal…
   - A estas alturas eso es lo de menos- respondió él, con una sonrisa torcida- Por lo menos esta estupidez me servirá para desquitarme. No podrás entender lo que fue perderla una vez, creer que había muerto, y encontrarla de nuevo... ¡viva! No entenderías lo que es que se te esté escapando de nuevo de entre los dedos por culpa de otro…
   - ¿Ah, no?- replicó Alistair, estrechando los ojos- Porque me parece que tú estás haciendo lo mismo… Míralo desde mi punto de vista.
   - Ja- Roland rió divertido, mientras movía el brazo, recuperando la sensibilidad- No es lo mismo.
   - ¿Y no piensas que… lo más lógico sería saber qué piensa ella? Sería la forma más fácil… y menos peligrosa de acabar con nuestras diferencias.
   - Por eso te digo que no la conoces- Roland se quedó quieto en una posición de ataque, como una pantera a punto de saltar sobre su presa, con los ojos verdes fijos en su adversario- Ella es demasiado buena, se preocupa demasiado por los demás como para hacer daño a uno de los dos diciendo lo que piensa. Por eso no se da cuenta de que ya está haciendo daño al no poder decidirse…- apretó los dientes con rabia- Maldito seas, tienes todo lo que yo podía soñar. No pude unirme a los guardas grises por culpa de la traición de Howe… y tú eres uno de ellos, en quien ella confía para todo lo que tiene que ver con la lucha con los engendros y la Ruina. Y, además, has llegado a su corazón cuando todavía debería recordar lo que una vez tuvimos... lo que podríamos recuperar ahora. No puedo permitir que me sigas eclipsando… no cuando es ella lo que está en juego.
   Alistair guardó silencio unos segundos, mientras las volutas de vaho que escapaban con cada respiración se disolvían en el frío aire a su alrededor.
    - No pensé que fueras un hombre tan insensato- dijo al cabo, haciendo que Roland frunciera aún más el ceño. Alistair abrió los brazos- ¿Qué piensas hacer entonces para resolver esto? ¿Darme una paliza?... ¿Matarme?
   Antes de contestar, Roland tomó una gran bocanada de aire, irguiéndose en toda su altura, la punta de la espada hacia la nieve. Levantó la barbilla en un gesto seguro y algo altanero, y finalmente dijo:
   - Por ella sería capaz de hacer cualquier cosa…   

   Mientras, degustando un sabroso plato de comida por fin, Mikania vio a varios enanos entrando en la taberna, comentando algo entre risas. Prestó atención y lo que escuchó no le dio buena espina, así que paró a una camarera y le preguntó qué pasaba.
   - Por lo visto, esos guardias que han acabado su turno, dicen que hay dos humanos peleándose a la puertas…- resopló la enana- Menudos estúpidos.
   Los ojos de Mikania se abrieron de par en par al unir cabos; no había que pensar demasiado, y no había muchos humanos en Orzammar, como para no darse cuenta de a quiénes se referían. Salió corriendo de Tragos con Killer tras sus pasos. Corrió todo lo rápido que pudo hasta que el frío la golpeó de nuevo en el exterior y fue directa hacia el bosquecillo, desde donde le llegaban los ecos del choque de espadas. ¡Qué estaban haciendo!, pensó, acelerando aún más.
   La imagen de Alistair y Roland peleándose como dos borrachos en una taberna la llenó de indignación, rabia, incredulidad… y tristeza. De repente habían dejado los aceros para pasar a los puños y no se estaban conteniendo en sus golpes.
   - ¡Eh!- gritó corriendo hacia ellos y metiéndose en medio, mientras Killer daba vueltas nervioso y ladrando- ¡¿Qué demonios hacéis?! ¡¿Habéis perdido el juicio?!
   Los dos hombres tardaron unos segundos en reaccionar y siguieron tratando de acertarse mutuamente. Killer cogió la ropa de Alistair y tiró de él para apartarlo, pues al final había acabado por dejar el raciocinio y las preguntas a un lado. No iba a quedarse quieto mientras le golpeaban. Mikania los empujó y separó como pudo, hasta que por fin se apartaron el uno del otro. Agarrando a Roland, que seguía con los ojos rabiosos y clavados en Alistair, Mikania los miró de hito en hito, ceñuda.
   - No sé cómo habéis acabado así- dijo, claramente enfadada-, pero no quiero más tonterías. ¡Roland, estás herido, por el Hacedor! ¿Y de verdad creéis que es el mejor momento para estar peleándonos entre nosotros? ¿Queréis ponerle las cosas más fáciles a los engendros? ¡Contestad!
   Alistair apartó la mirada, limpiándose la sangre que le manaba del labio. Aún algo encendido, Roland dio un paso atrás evitando su contacto y no fue capaz de mirarla a los ojos. Mikania frunció aún más el ceño.
   - Estupendo. Sois lo suficientemente machos y maduros para partiros la cara entre vosotros pero no para explicaros al respecto.
   - Mikania, yo… lo siento- acabó diciendo Alistair, afligido.
   Ella lo miró sin suavizar su gesto.
   - Bien, un comienzo al menos- miró a Roland también, pero este siguió rehuyendo su mirada- Vamos, volvamos a la taberna… Allí quiero explicaciones.
   Alistair fue el primero en obedecer, seguido de cerca de Killer. Mikania no se movió hasta que Roland se le adelantó. El camino de regreso fue silencioso y cargado de tensión y una vez en Tragos, Mikania los mandó a sus respectivas habitaciones. Una vez sola en el pasillo, se pasó una mano por el cabello con un pesado suspiro… Solo entonces se dirigió a la habitación de Roland.
   El caballero estaba junto a la palangana de agua, limpiándose la sangre del rostro, y no se giró al oírla entrar. Se quedó apoyado en el pequeño mueble con el pelo y la piel chorreando agua y solo entonces la miró, con sus verdes ojos resueltos. Mikania se cruzó de brazos y no dijo nada, esperando a que él hablara.
   - Si quieres reñirme, estás en tu derecho- dijo por fin, yendo hacia la cama donde había echado su espada y capa- y me lo merezco.
   - Seguramente lo haré, pero primero quiero una explicación… y espero que sea buena.
   Roland la miró fijamente de nuevo, pero luego desvió los ojos.
   - Me he… dejado llevar por la rabia y… los celos. No es algo propio de mí. No hacía algo así desde que tenía diecisiete años.
   - ¿Celos? ¿De qué…?
   - No tienes que hacerte más la despistada, Mikania- la cortó él, con un tono pausado, pero también dolido- Os he visto en el bosque.
   Los ojos de Mikania se abrieron de par en par al comprender a lo que se refería y una parte de sí misma se resquebrajó. Entonces fue ella la que no pudo seguir mirándolo. Los largos y tensos segundos de silencio se alargaron como siglos.
   - Yo…- empezó a decir Mikania, aunque no sabía muy bien el qué.
   - Mira, no tienes que darme explicaciones ni nada. Este ha sido mi último arrebato y por lo menos me ha servido para soltar mi frustración. No lo siento por Alistair, sin embargo… Él ha ganado mucho más que yo- se miraron unos segundos antes de que el caballero continuara:- Has hecho tu elección, así que…
   - Rory, no sé qué decir…- de repente Mikania se sentía terriblemente abrumada y confusa por el giro de los acontecimientos; había sospechado del por qué de la pelea, pero aquello…
   - Mikania, está claro que prefieres estar con él antes que conmigo y quiero que me lo digas francamente. No es justo que nos trates a los dos de la misma forma. Yo te quiero y me importas mucho… pero para mí ya ha quedado claro que lo que un día tuvimos murió en cuanto nos obligaron a dejarlo de lado… por lo menos para ti. Yo… me habría gustado tener algo más contigo, pero me bastará con seguir siendo amigos.
   Mikania se había quedado helada y muda, asombrada por aquellas maduras palabras. Por un segundo quiso negarlo todo, decirle que lo quería y que no quería perderlo… pero en seguida apartó aquella loca idea. Solo conseguiría seguir haciéndole daño, sobretodo ahora que su corazón se estaba inclinando más hacia Alistair. Incluso él lo había visto y comprendido de inmediato. Ella había estado negándose y aferrándose a una fútil esperanza por el miedo a perderlo… Notando que las lágrimas se acumulaban en sus ojos, dio un paso al frente y se detuvo antes de llegar hasta él, dudosa. Sin embargo Roland apartó la vista, tratando de ocultar la infinita tristeza de sus ojos.
   - Yo… Tienes razón- se encontró diciendo Mikania de repente, como si fuera inevitable que las palabras escaparan de su boca- Durante un tiempo tuve muchas dudas, pero… supongo que he alargado esto demasiado. Rory, te quiero, lo sabes- buscó su mirada sin acercarse más y por fin sus ojos volvieron a encontrarse-. Pero tienes toda la razón y todo el derecho a pedir explicaciones. Tenía… y aún lo tengo, miedo de que te apartaras de mí. Te perdí una vez cuando Howe destruyó mi hogar y mi familia… y no quería perderte de nuevo. Ha sido un comportamiento infantil y estúpido- sonrió irónica, llevándose una mano a la frente-, pero es lo que siento. Las cosas cambian, lo queramos o no… Ahora soy una guarda gris y me debo a lo que ello significa, a la orden…
   - ¿Y a Alistair?
   Mikania sintió como si aquella pregunta tuviera la contundencia de un martillo enano dirigido a su pecho, pero la encajó sin apartar la vista de él.
   - Lamento que esto haya sido así, por mi culpa sobretodo…- dijo al cabo de lo que pareció una eternidad- Si las cosas hubieran sido diferentes cuando me enamoré de ti, estoy segura de que lo habría estado para toda la vida…
   - Basta- la cortó Roland, apartando la vista y cerrando los ojos con fuerza-... por favor.
   Mikania tomó aire lentamente y empezó a darse media vuelta. Roland la miró de reojo un poco más y luego apartó la vista de nuevo, pasándose la lengua por los labios. Su furia y determinación parecían haberse aplacado con aquel discurso… porque sabía que era verdad. La conocía demasiado bien como para no saberlo. Y, sin embargo, eso no hacía que doliera menos…
   Al alargarse el silencio, y viendo que Roland no iba a decir nada, Mikania dijo:
   - Lo siento- dijo- No quería hacerte daño, Rory. ¿Podrás perdonarme?
   Una larga pausa que le dolió como el silencio de un abismo.
   - Sí…- carraspeó Roland-, con el tiempo. Pero, ahora, necesito estar un tiempo a solas… Espero que lo comprendas.
   Mikania se mordió los labios, con el corazón roto por lo que le había hecho. Y aún así sabía que tal vez no mereciera su perdón.
   - Lo siento- repitió con la voz cargada de pena.
   Roland no añadió nada más y se dio media vuelta, dándole la espalda. Mikania fue hasta la puerta y se marchó en silencio, sintiendo que al cerrarla, dejaba dentro un pedacito de sí misma… aquel amor que habían compartido en la juventud, su primer amor, cuyos rescoldos habían parpadeado mortalmente heridos y finalmente se habían apagado.
El grupo de Mikania ha llegado a Orzammar y está lidiando con los problemas de la sucesión al trono, apoyando a Harrowmont. Mikania sale al exterior para tomar un descanso y se encuentra con Alistair. Entre ellos ha empezado a florecer una relación más íntima... aunque algo parecido ha ocurrido con Roland. Este es el momento de decidir entre ambos.

Esta historia es parte de otra más larga, donde se cuenta más en detalle el trío Alistair, Mikania y Roland.
© 2011 - 2024 MikaniaC
Comments5
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OrihimeStudio's avatar
Waaaah! mencionaste que habías escrito un fan fic y lo tenía que leer!! T_T Rory! que pena me da, no podría elegir entre ambos es muy difícil. El triángulo amoroso te quedó muy emocionante La la la la